Tamara Pérez
Hace algún tiempo tuve el placer de disfrutar en el museo Vázquez Díaz de Nerva (Huelva), mi pueblo, de la presentación del libro Las Plazas de José Miguel Desuárez y Mercedes Marcos Monfort. Ambos escritores, y también matrimonio, comentaron a los allí presentes cómo había sido la experiencia de trabajar juntos en la elaboración de esta obra conjunta. Tras la buena impresión que me causaron y por lo curioso de sus circunstancias (una pareja sentimental escribiendo juntos una novela sin matarse) me vi empujada a querer conocer más detalles tanto de ellos como de su libro, el cual posteriormente tuve el placer de leer. Por este motivo, me puse en contacto con ellos a través de su página web y me sorprendió la amabilidad y la disposición con la que me respondieron en todo momento. Algo difícil de encontrar en estos tiempos. Sin más, aquí les dejo con un breve extracto de la entrevista o, mejor dicho, charla que mantuvimos.



Pregunta: ¿Cómo se conocieron?
Respuesta:
Nos conocimos en el Café Gijón, un lugar muy literario de Madrid, el 19 de octubre de 1999.
Teníamos un amigo común, también escritor, que nos presentó. Tomamos café, que costaba entonces 300 pesetas, y se nos quedó frío, hablando y hablando de literatura y, sobre todo, de nosotros mismos. Fue un verdadero flechazo, ya que nos casamos diez meses más tarde. El 21 de marzo de 2002 nació nuestro primer hijo, de ahí que eligiéramos ese día para situar cronológicamente los hechos de nuestra primera novela en común.



P: ¿Por qué decidieron hacer una obra conjuntamente? ¿Cómo surgió esa idea?
R:
La idea primigenia de la novela es de José Miguel. Él quería escribir una obra a la manera de La vida, instrucciones de uso del francés Georges Perec (esta obra explica la vida de los habitantes de un edificio usando para moverse de un piso a otro el movimiento del caballo de ajedrez. La acción está congelada en el tiempo y no hay diálogos). A Mercedes le pareció muy interesante este proyecto y le propuso escribir ella algunos capítulos. José Miguel aceptó y así la obra fue creciendo, y desligándose del original perecquiano. Introdujimos el diálogo y el paso del tiempo, y el lugar de la acción es una plaza y no un edificio.
Mantuvimos, eso sí, la poligrafía del caballo de ajedrez: dividimos la imaginaria plaza y sus alrededores (un hotel, un centro comercial, un museo, un convento, etc.) como si fuera un tablero de ajedrez, en 64 casillas = capítulos. Surgieron, casi solos, los ambientes, los personajes, las historias, que uno de los dos, José Miguel o Mercedes, imaginaba, y otro ampliaba y completaba. Escribiéndola, lo más placentero era ver cómo uno de los dos trataba al personaje de otro, inventándose una cualidad o un destino que el propio creador no conseguía urdir o plasmar. Lo peor, claro está, cuando sentíamos que lo que habíamos escrito no era lo que queríamos decir, de ahí la necesidad de revisar una y otra vez la obra.
Poco a poco la implicación de Mercedes fue cada vez mayor hasta que la novela se convirtió en obra de ambos, y, de hecho, la gente no consigue distinguir lo que ha escrito cada uno. Como afirma el escritor José Manuel Benítez Ariza en su blog:





"Mientras leía, no podía evitar estar pendiente de encontrar algún detalle, algún rasgo, que delatase la presencia de dos voluntades creadoras diferenciadas. No hay tal. El libro combina bien varios tonos, y pasa con soltura de un estilo que podríamos llamar "elevado" -visible, por ejemplo, en ciertas descripciones- a otro más sesenfadado y periodístico; pero esta dualidad, como cualquier lector más o menos avezado sabe, no tiene nada que ver con que la autoría sea doble. Aunque tal vez sí dependa de ese hecho la sensación que asalta al lector de que ninguna de las muchas historias que se entrelazan en esta novela parece considerada desde un punto de vista unilateral: no se "despachan" las historias sin más, sino que son ponderadas y discutidas hasta situarlas en la perspectiva justa que requieren para ser contadas. Sospecha uno este diálogo, previo o simultáneo a la escritura. Y se constata que el resultado —el veredicto final, digamos, de esos debates— redunda siempre a favor de los personajes, tratados siempre con una ternura que, seguramente —digo yo— se hubiera perdido si alguna de las voluntades que rige esta novela se hubiera dejado llevar por la ironía fácil o el sarcasmo dictado por la realidad más o menos contemporánea en que se sitúa la acción".

(http://benitezariza.blogspot.com/2006/10/en-boca-tapada.html).



P: ¿Les resultó fácil trabajar juntos?
R:
Esta novela se prestaba mucho a ser escrita a cuatro manos, porque no hay una única trama, ni siquiera una historia principal y otras secundarias, sino un buen puñado de buenas historias condensadas en pocos capítulos, protagonizadas por muchos y variopintos personajes, de manera que al principio pensamos que se podían repartir: tú escribes estos capítulos/historias y yo estos otros.
Pero, a la hora de la verdad, las cosas no son tan fáciles, y pronto nos dimos cuenta de que, para conseguir una obra unitaria, debíamos reescribir la obra conjuntamente, aunque la primera redacción de los capítulos se hiciese por separado.
Lo que hacíamos era leer en voz alta, sentados frente a la pantalla del ordenador, turnándonos el teclado, y reescribir lo que no era más que un esbozo. Normalmente fluían las palabras de manera que parecíamos una sola persona y no dos, aunque otras veces debatíamos durante horas (y a veces días) el destino de tal o cual personaje. Fueron más las veces que estuvimos de acuerdo que en desacuerdo, y en conjunto fue una experiencia placentera que estamos intentando repetir.


P: En su página Web he leído que están realizando otras novelas llamadas Hotel cielo y Un reflejo en el Laberinto ¿Cómo van estos trabajos?
R:
La primera redacción de nuestra novela Las Plazas era demasiado larga, así que decidimos "podarla" de historias y personajes y escribir una segunda novela del mismo estilo, incluyendo algo de ese material. Así surgió la idea del Hotel Cielo, en la que se continúa la historia del actor porno que es alquilado por una ejecutiva muy agresiva para agradar a una multimillonaria. También reaparecen el detective Dámaso Montesinos y su amigo el teniente Mateo Salgado, que deberán resolver el robo de un cuadro carísimo horas antes de su exposición.
Un reflejo en el laberinto es una obra completamente distinta, aunque también procede de Las Plazas. Queríamos escribir una novela semejante, pero que transcurriese en una playa, en el verano. Reaparecería un personaje de Las Plazas, un investigador de fenómenos parapsicológicos llamado Manuel Toledo, que seguía la pista de un clon de Jesucristo, creado por una secta norteamericana. El clon, que no está de acuerdo con su supuesto destino de mesías, huye de EE.UU. y se refugia en un pueblo costero andaluz. Se trata de una historia intimista, que ahonda en los sentimientos del supuesto clon y de su perseguidor, una historia poética y humana, alejada de los tópicos al estilo Dan Brown y demás. Esta historia se fue imponiendo a las demás, de manera que finalmente el libro se centra en ella y el resto ha desaparecido.
La redacción de estas obras va lenta debido a circunstancias personales y familiares, ya que somos padres de cuatro hijos: un niño de cinco años, otro de tres y dos mellizas que tienen ahora cinco meses. Eso, unido a la reciente mudanza y el trabajo de cada uno (ya que no vivimos de la escritura), nos obliga a ir poco a poco con nuestra obra literaria, aunque pensamos que es importante que una obra se fragüe en varios años.



P: Usted José Miguel nació en Valencia, pero actualmente vive con su mujer en Andalucía ¿Qué le parece esta tierra y qué destacaría de ella?
R:
En realidad vivo en Andalucía desde los cinco años, y toda mi familia es andaluza. Me encanta esta tierra por su gastronomía (el buen gazpacho, las tortas de aceite, la manteca colorá, las buenas ensaladas con aceite de oliva...), el clima tan agradable (no soportaría vivir en Suecia, por ejemplo) y el buen carácter de sus gentes.
Mercedes nació en Málaga, pero pasó su infancia y adolescencia en Cataluña. Ya adulta decidió volver a Andalucía, con intención de establecerse. En sus propias palabras: "Me encanta el sur, me encanta Andalucía, con sus contrastes, sus playas, sus montes nevados, sus grandes ciudades y pequeños pueblos. Y sobre todo me gusta la gente, tan abierta y simpática, tan amigable. Vine a vivir aquí por todo eso, un poco a lo loco, pues dejé allí, en Cataluña, trabajo y amistades, una vida hecha. Empecé de cero, pero gracias a Dios todo ha ido bien. Estoy muy feliz de vivir aquí."



P: En cuanto a su blog "Diario de un poeta casado" vemos que se trata de un blog diferente, pero sobre todo muy ameno ¿Por qué se enfrascó en este proyecto?
R:
La verdad es que lo tengo un poco abandonado, debido a lo dicho antes. Me enfrasqué en ese proyecto un poco para contar mi vida y mis opiniones desde un punto de vista intimista y literario, intentando crear un alter-ego a la manera que Andrés Trapiello hace en sus diarios. No sé cuándo podré retomarlo.







Espero que esta entrada les haya gustado o que al menos haya servido para que alguien se interese por este buen libro. Para terminar les remito la dirección de su página web para quien quiera más información:

Etiquetas: edit post