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A pesar de que la cuestión fue ganando en intensidad, Javier Franco supo en todo momento mantener la calma y apostar por la conciliación de ideas y no expuso en ningún momento manifestación alguna que pudiese desembocar en disputa. Tanto fue así, que el comienzo de su exposición se caracterizó por las continuas buenas tardes que propinaba a todos aquellos alumnos que llegaban al aula rezagados, lo que provocó la broma entre los asistentes, pero también captó su atención. Franco recordó con anhelo sus comienzos en Cádiz y ese trato personal que mantenía con jugadores y miembros de los equipos. Asimismo, también rememoró su experiencia con el Cádiz en Primera División aportando multitud de datos sobre jugadores, entrenadores y demás aspectos que no hacían más que dejar constancia del gran conocimiento deportivo del que éste dispone.
Precisamente, de conocimiento también habló Javier a los jóvenes afirmando que la fama que precede a los periodistas deportivos como personas con escaso bagaje cultural son leyendas urbanas, pues un informador encargado de dar la información de deportes debe de gozar de unos conocimientos generales mayores que los de cualquier otro profesional de la información, ya que ellos pueden hablar de cualquier tema con suma facilidad, mientras que, por ejemplo, a un periodista de local le costaría elaborar una crónica sobre un encuentro de fútbol.
Como valoración general del acto puede decirse que los alumnos salieron bastante satisfechos de la experiencia, prueba de ello fue el aplauso con el que terminó una exposición en la que la naturalidad fue la tónica general. Franco concluyó su charla incitando a los jóvenes periodistas a que luchasen por hacer un hueco en la información deportiva a base de trabajo y esfuerzo, pues según él “sólo las buenas personas terminan consiguiendo las grandes cosas en esta profesión”. Declaración que sin duda muchos esperamos que así sea. Buenas tardes señor Franco.